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V Congreso Internacional, Pobreza, Migración y Desarrollo
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, del 5 al 7 de abril de 2017
Universidad Autónoma de Chiapas
americano‖, hasta los Estados Unidos de Norteamérica, para unirse con sus familiares o conocidos en
aquellas latitudes, en busca de oportunidades de empleo. Estos bajos ingresos determina la mala calidad
en la alimentación de la familia. La dieta básica en la mayoría de las familias es a base de tortillas, café,
frijoles, arroz, sopa de pasta y huevos. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (CEPAL, 2016) el 20.9% de la población rural mexicana sufre de desnutrición crónica.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) contempla tres aspectos básicos: la posibilidad de vivir una
vida larga y saludable; el poder adquirir conocimientos, y la capacidad de contar con un ingreso para
llevar un nivel de vida digno. Así, el IDH captura el bienestar de los individuos en las dimensiones de
salud, educación e ingreso, tomando como referencia los logros máximos y mínimos registrados a nivel
mundial en cada compone (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo-PNUD, 2016).
Según la clasificación del PNUD (2016),México se clasifica como un país de medio desarrollo
humano. En el estado de Chiapas, para el caso de zona rurales, el Índice de Desarrollo Humano tiene
un valor de 0.653, pero por razones de desigualdad de oportunidades, ha disminuido desde el 2014, el
25.5% del IDH y es de las regiones con más pérdida en desarrollo humano (PNUD, 2016). La
deficiente educación, los erráticos ingresos económicos de los pobladores y la falta de oportunidades
determinan su bajo IDH lo que repercute en inseguridad alimentaria.
La vulnerabilidad social de los habitantes de la comunidad Toquián Chiquito en parte es por las
condiciones naturales biofísicas (áreas con marcada degradación de suelo, contaminación de agua y
pérdida de vegetación) en la que viven, y aspectos como educación, bajos ingresos, baja producción,
falta de capacitación, falta de organización, etc., lo que determina riesgos en su seguridad alimentaria y
nutricional. Si consideramos los bajos salarios pagados al trabajador en las fincas cafetaleras podemos
constatar que su nivel de vida es muy precario, pues a todo lo anterior se suman las condiciones
deficientes de los niveles de salud, educación, vivienda, etc., imperantes en la comunidad, y que
corresponden a los más bajos del país.
Datos publicados por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP, 2012) indican que más de la cuarta
parte de los mexicanos tiene acceso deficiente a la alimentación; esto se traduce en desnutrición. Al
respecto, datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2012), el 20.9%
de la población rural mexicana sufre de desnutrición crónica. En estas áreas de la geografía nacional,
este problema es agudo.
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